El padre jesuita Francisco Kino fundó en el siglo XVIII más de treinta misiones en Arizona, tras haber abandonado su tarea en Baja California, al parecer por desacuerdo en el trato que el ejéricto daba a los indios que él debía evangelizar.
Entre aquellas misiones, encontramos esta Paloma del Desierto, cercana a Tucson. Actualmente su exiguo territorio es reserva india, que se extiende al frente del edificio y algo más allá. Sin embargo, poco puede ya proteger o evangelizar a unos indios que viven en tristes módulos prefabricados por hogares y sin grandes instalaciones e infraestructura. A pesar de las artesanías de la tiendita india y la de la misión, que gustan al turista y al curioso, un paseo de sólo unos minutos fuera de la placita de la misión demuestra el estado triste de unos indios abandonados a la suerte de Dios. Qué misión imposible.
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