Reno es una delicada burbuja de cristal en la que un pequeño hormiguero de almas translúcidas desarrolla una vida laboriosa de comunidad. La aparente precisión y perfección de la vida estadounidense acaba creando en este lugar la persistente sensación de una jaula de cristal de la que uno no puede escapar.
Más, la sensación de que no hay de qué escapar, isla de civilización en un mar de desierto; acaso, al otro lado de las montañas, al bosque salvaje de Sierra Nevada, en cuyas cumbres se perdieron y murieron numerosos colonos al quedar atrapados durante el invierno; acaso, hacia el norte, abándonandonos al puro desierto que es Nevada.
Reno, burbuja en el desierto, cuenta con unas doscientas mil almas semiflotantes sobre llantas de caucho que después de su trabajo se distribuyen mediante sus doscientos mil vehículos entre los numerosos chalés que intentan repoblar la tierra seca y árida de la llanura que aquí comienza. Algunos pasarán un rato en cualquiera de los casinos, luminosos e irreales, para cenar en alguno de sus bufés o para jugar algunos dólares. Otros pasarán por el Mall y otros lugares donde comprar algo más que lo necesario para la casa con jardín, al fin otra manera de jugar con dólares. De una burbuja a otra, llegan a sus casas y se enciende el televisor, burbujita de cristal con los terrores del día -negros, chicanos, psicópatas, y enemigos exteriores- y las ilusiones generosas de los concursos -amor, dinero.
Pero ello refuerza esa vida en comunidad, vida que debe lucharse cada día, mejorando continuamente, precaviéndose hasta el infinito de todo lo que pueda suceder porque ya hay indicios de algo malo. La alerta corre por toda la burbuja, la burbuja se sacude y puede romperse, así que hay que mantenerse firmes y, escuadra y cartabón, controlar por completo cada uno de nuestros movimientos diarios, nuestros pasos, los lugares a los que acudimos y lo que hacemos, y comprobar que lo que los demás hacen está en su sitio y se cumple la Ley. La Ciudad con Ley. Todo en su preciso lugar.
Aunque la prostitución es legal y está protegida y promocionada en Nevada, por buscar prostitución en la calle, preguntando públicamente a unas prostitutas que no deberían estar ahí, sino en un local, media docena de hombres son denunciados, detenidos y sus nombres y apellidos aparecen en el periódico local ante la vista de la comunidad. Nadie queda impune, la burbuja pública y social debe quedar incólume, y públicamente limpia, protegida. Ya dentro de los casinos o los clubs... qué importa, todo está en regla.
Reno, burbuja perenne, es la puerta de saloon al Salvaje Oeste.
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